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La cultura japonesa ensalza y cultiva un compromiso generacional muy arraigado de búsqueda de la perfección. La máxima expresión de la calidad la llaman kodawari. En una simple palabra se mezclan, pasión, empeño, actitud, propósito, fidelidad con tus principios, orgullo y perfección. Conseguir tu kodawari significa mantener una conducta inquebrantable en la persecución de la excelencia, hasta el más pequeño de los detalles. Este fin de semana, Max Verstappen logró en Suzuka su kodawari particular. Convirtió en una obra de arte perfecta un gran premio que podía haber sido un desastre.
Hasta el veterano samurai Fernando Alonso, detuvo el sábado las entrevistas por un momento y se quedó embobado disfrutando con la vuelta de clasificación que estaba firmando Max. Esa vuelta le sirvió para lograr su primera pole desde el pasado junio. Lo tenía todo en contra. Desde el viernes, su coche había sido inconducible. McLaren, Mercedes y Ferrari seguían siendo más rápidos, así que su única oportunidad era jugarse la piel en una vuelta suicida. Hasta cinco veces dijo que pensó que se estrellaba.
La realidad es que nadie se enteró, porque sólo él es capaz de maquillar tantos defectos. La cámara subjetiva no mostró ni un ápice de tensión o de peligro. El coche simplemente fluía en sus manos. En ninguno de los tres parciales fue el más rápido. Lando Norris y Oscar Piastri se los repartieron, pero no en la misma vuelta. Sólo Verstappen fue capaz de juntar sus mejores tiempos en cada sector en el momento definitivo. Su frenada en la chicane fue una obra de arte. Pisó el pedal 13 metros más tarde que Norris, lo que le hizo entrar 17 km/h más rápido y, a pesar de un pequeño sobreviraje, traccionó mejor que el McLaren y le arrebató la pole por 12 milésimas. Esto es kodawari. Esforzarte de igual modo con los grandes y los pequeños detalles. Esa pincelada le valió la victoria un día después.
Quizá en otro circuito no hubiera podido hacerlo, pero en Suzuka la ventaja de rendimiento de McLaren resultó insuficiente para batirle. En una pista donde, históricamente, adelantar es muy complicado, se juntó todo. No hubo degradación, todo el mundo fue a una única parada, no hubo coches de seguridad, no hubo accidentes... Por no haber, no hubo ni una sola bandera amarilla.
Se justificaba McLaren diciendo que la carrera no les había dado ninguna oportunidad. Sin embargo, esperábamos algo más de ellos, que peleaban dos contra uno. Pararon a Norris en la misma vuelta que Verstappen, no dejaron que Piastri cambiase posición con Norris, cuando el australiano parecía tener mejor ritmo y el inglés fue incapaz de acercarse a Max lo suficiente para disponer del DRS. Lando siempre estuvo a más de un segundo y eso le hizo la vida mucho más fácil a Verstappen que, sin presión, no cometió ni el más mínimo error. Así, después de tres carreras y una sprint race, Max está a un solo punto de Norris en el campeonato. Y lo que aún es más sorprendente, Red Bull es tercero en el Mundial gracias a un solo piloto. El resto han jugado siempre con dos.
Sí, Max sigue estando solo. Degradado Liam Lawson al equipo filial, llegó Yuki Tsunoda. No lo hizo mal el japonés, que estuvo cerca de su nuevo compañero al menos hasta la Q2. Ahí cometió un error y ya no pudo pasar el corte para entrar entre los 10 primeros de la parrilla. Su domingo fue de menos a más, pero no llegó a los puntos. Mientras, Lawson, que salió por delante de él, fue de menos a menos con el RB. ¡Cuánto hace el estado de fortaleza mental en este deporte!
En la batalla de los novatos triunfó Andrea Kimi Antonelli. El italiano volvió a terminar en los puntos tras su mejor clasificación de parrilla y su ritmo fue incluso mejor que el de George Russell, que cruzó la meta justo por delante de él. Brillante actuación también de Isack Hadjar, que logró puntuar al terminar octavo y que volvió a conseguir el segundo mejor resultado para la familia Red Bull.
No se hablará mucho de los españoles en Japón. Ninguno de ellos llegó a los puntos. A Carlos Sainz le penalizó su mala clasificación del sábado y le condenó una posterior sanción de tres posiciones en la parrilla. Salir decimoquinto con un Williams en Suzuka es un harakiri.
Tampoco se hablará mucho de Alonso y es una pena porque su carrera fue excepcional. Terminar undécimo no emocionará a nadie, pero hacerlo con un Aston Martin es casi tan difícil como ganar con un Red Bull. Fernando hace, a otra escala, lo mismo que Verstappen. Maquilla los defectos de un coche que lo hace casi todo mal. No es fuerte en ningún terreno. Ni curva rápida, ni media, ni lenta y para colmo también era el más lento en recta. Su compañero, Lance Stroll, último el sábado y último el domingo. A la espera de que lleguen las primeras actualizaciones, la película se parece mucho a la del año pasado. Incluso podríamos decir que es aún peor.